Entrevista a Héctor Martínez

Héctor Martínez (Madrid, 1969) es periodista de Motor en el Diario AS. Allí tiene la suerte de contar los éxitos de estrellas de nuestro deporte como Fernando Alonso o Marc Márquez, protagonista de su libro ‘Marc Márquez: El año que llegó a la Luna’. Antes ha disfrutado del periodismo y del mundo, ya fuera viajando a unos Juegos Olímpicos o a unas Finales de la NBA. Y también es un aficionado al vino, pasión que confiesa en esta Mini-Entrevista con nosotros.

Hector-Martinez

¿Cuándo empezó tu afición al vino?

Siempre me ha gustado. Al principio la cerveza le aguantaba el pulso, pero de unos años a esta parte el vino gana por goleada. Empecé a ir a catas, a hacer algún que otro curso de enología. Hubo alguien que me dijo: «Es un mundo en el que es muy difícil entrar, pero más difícil salir». Y lo he comprobado. Cuando llego a un restaurante y miro antes la carta de vinos que la de platos, me digo “¡Hectorrrr!”.

¿Cuál es tu momento ideal para tomar un vino?

Lo de tomar una copita mientras cocino me suena más a serie de HBO o a película americana, no acabo de meterme en el papel. Me gusta tomarlo a mediodía, sí, pero mucho a media tarde, como antesala a la cena y a un vino de más empaque. Pero suelo ser bastante tímido a la hora de abrir un vino en casa; me da pena, por si se acaba.

¿Eres más de blanco, de tinto o de cava?

¿Eres más de rubias o de morenas? Pues si el vino es bueno, si me gusta (no sé tanto de vinos como para decir cuál es bueno y cuál no) y lo disfruto, me da igual. Aunque últimamente noto que el cuerpo me pide más un blanco si lo acompaño de un plato. El cava gana enteros: por ejemplo un Recaredo o esa joya de Torelló que es Kripta. Y con el tinto soy más anárquico.

¿Cuál o cuáles son tus vinos favoritos?

Si tuviera que hacer un podio, syrah, garnacha y cabernet sauvignon se reparten las medallas. Pero sería injusto. Poco a poco me queda claro que mi paladar tira a los vinos de pizarra, a muchos de los que elabora el gran Álvaro Palacios, ya sea en Priorato o Bierzo, a los que nacen por el Ródano, como Crozes-Hermitage. Pero volvemos a lo de las rubias y las morenas. Un día disfruto con un carménère chileno o un malbec argentino (enganchado a un bife, eso sí) y otro me enloquece un Ribera de tinta fina o un mencía. Cuanto más conoces, más disfrutas.

¿Tu último descubrimiento?

Entra por los ojos, porque la etiqueta es preciosa: L’Equilibrista Garnatxa 2011. Vaya por delante que el productor es Ca N’Estruc, porque trabajan muy bien todos sus vinos, y que la DO es Cataluña. La nariz es de gominolas, casi tan rosa como el color de la etiqueta, la garnacha es tan jugosa que se mastica. Al final los que hacemos de L’Equilibrista somos nosotros: la primera botella anima a tomar más.


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